domingo, 30 de junio de 2013

Happy Hippies

Contra todo pronóstico, terminamos nuestro primer año en la Scuola. Digo contra todo pronóstico porque todo lo que tenía que salir bien salió mal, y lo que podía salir mal también salió mal. Pero bueno, porfiados como somos, y a pesar de que creíamos que había un chance de no terminar el año (por el futuro incierto del  inmigrante del que ya hemos hablado), arrancamos el curso, mentalizados a disfrutarlo mientras pudiéramos. 

En mi caso, aquello del estudio formal de las humanidades nunca ha estado en mi curriculum, así que prácticamente todo me agarró por sorpresa. El sistema en general me parecía sacado de un museo surrealista. Los profesores todos son como sacados de un sueño disneyano: cada uno es mejor que el otro. Y eso que estábamos conscientes de que eso que ellos nos mostraban era con propósito didáctico y de ninguna manera cercano al mejor de sus trabajos. Sus curriculums son impresionantes: Marvel, DC, Rai, Disney, Bonelli. Hay uno en particular, Massimo Rotundo, que tiene un buff de xp prendido todo el tiempo y uno levelea por proximidad. Un bárbaro en el fumetto italiano, por cierto. 

Por otro lado, la ausencia total de evaluaciones me desconcertaba. Ellos se jactan de trabajar al estilo de estudio de arte antiguo, pero igual, yo vengo de ingeniería caramba, los exámenes ya están escritos en mis genes. Y sin embargo, nada. Tareas de vez en cuando y una constante recomendación: "practiquen, dibujen". Las tareas optativas, además. En una ocasión, apareció uno de los profesores para una "clase especial del Dark Side", y yo con mi tinta negra preparada, pero en realidad era para explicarnos con detalle y profundidad el tema y las características del proyecto final, que entregaríamos en dos meses, y que sería expuesto en el instituto. No solo eso: a partir de ese día, todas las clases girarían alrededor del proyecto, para complementarlo de alguna manera, y para corregirlo. (Pánico). Un par de semanas después, uno de los directores y el profesor de guión, un señor adorable, el viejo más cool que conozco, entró al salón en medio de una clase y dijo como de pasada: "Por cierto, les hablamos del colloquio?" Y todo el mundo: "Nop". "Ah, es una entrevista que les hacemos el último día de clases donde nos traen todo el trabajo que han hecho durante el año y decidimos si van a pasar a segundo año o qué van a hacer". (PánicoPánicoPánico). Al final del año, en una de las clases, apareció la palabra "test", pero después de semejante libertad, lo último que se me ocurrió es que podía ser un exámen. Pero si: esa tarde llegamos con nuestros lapicitos de lo más tranquilos y nos ponen como 30 hojas al frente, y nosotros: "y esto qué es?", y nos dicen: "ah, el exámen final". (PANICOPANICOPANICOPANICOPANICO). Dos partes: teoría y práctica. Teoría en italiano. Casi me muero. Pregunto: "y como cuanto tiempo tenemos?" y me dicen: "una hora para teoría y el resto para la práctica". Casi al borde de un sincope le digo: "puedo responder en inglés? porque si me pongo a responder en italiano termino en diciembre". El profesor se ríe y me dice "mejor en español, se me hace más fácil", y entonces empiezo a respirar de nuevo. Al rato me doy cuenta de que me acuerdo de todo, aunque al principio estaba tan aterrada que ni el idioma lo entendía, y empiezo a resolver. Luego la práctica fue pan comido, eventualmente mientras no pintes un muñequito de palitos nadie te va a patear ese culo. 

La entrega final, por su parte, fue también toda una experiencia para mi. En principio, el tema era bastante libre: Dark Side. El lado oscuro, un millón y medio de referencias, cuatro millones de ideas, y un tiempo y una habilidad limitadísimos para el proyecto. Recuerdo que cuando fuimos a inscribirnos el año pasado estaba todavía expuesta la muestra de ese año, y estábamos impresionados. "Wow", decía yo, una y otra vez, pensando que ni de vaina yo iba a poder hacer algo así en un año. Wow y wow y más wow. Después de barajear como 16 opciones, un día, viendo la tienda de reparación de muñecas que estaba cerca del instituto, pensé que esa podía ser una buena idea. Sin embargo, esa tienda, por más creepy que fueran las muñecas, no era muy aterrorizante que digamos. Sobre todo después de conocer a los dueños, dos viejitos hermosos y dulces que nos hablaron de sus bellas muñecas y del maravilloso clima que estaba haciendo ese día. "Un bel giorno". Le dí varias vueltas, hice varios sketches, pero nada, no me salía.





 Con desesperación empecé a ver a los demás de la clase con proyectos materializados, a medio camino pero ya con forma. Un día uno de los profesores me dijo que mi idea estaba bellisima (a los italianos todo les parece bello o maravilloso), pero que si quería una tienda de verdad inquietante, que me fuera a via di Ripetta. Ese mismo día dos personas más me dijeron lo mismo. Esa misma tarde fui y mi proyecto se materializó ante mis ojos:



Después de varios ajustes en la perspectiva, algunas prueba de diagramación en Illustrator, y media resma de papel, logré montar mi primer borrador: 


El cual tuve que calcar por completo en la hoja final porque mi estrategia inicial de hacerlo a lápiz y luego fotocopiarlo en el folio del proyecto falló miserablemente por razones técnicas.

Finalmente, con todo listo, a entintar. Durante los días de entintado, la casa parecía una sala de operaciones. No había nada fuera de su lugar, todo estaba inmaculadamente limpio, y los vasos con líquidos se mantenían a un radio de no menos de un metro de la mesa de dibujo. Cuando mi esposo entintaba yo caminaba de puntitas y le hablaba solo cuando levantaba el marcador del papel, y viceversa. Evidentemente, durante esos días la carga de trabajo se triplicó porque los clientes huelen cuando uno tiene un proyecto personal, (díganlo ahí, todos los diseñadores del mundo), y los correos explicando la "terrible-enfermedad-que-tenemos-en-estos-días-no-nos-deja-ni-prender-la-computadora-ya-te-atiendo" fueron bastantes. Finalmente, el día de la entrega, a las ocho de la mañana, puse mis iniciales en una esquinita y me desmayé en el sofá.

Esa tarde fue el colloquio, muy amigable, los profesores demasiado amados como siempre, todo les pareció bello y maravilloso, y quedaron francamente sorprendidos con los trabajos impresos que llevamos (de clientes) ya que de tareas, no había tanto que mostrar ya que a falta de obligatoriedad y de tiempo, debo reconocer que la mayoría no se terminaron. No solo pasamos a segundo año con honores, sino que además nos pidieron nuestra tarjeta de presentación y se la embolsillaron muy orgullosos. Esa tarde, por primera vez en semanas, nos sentamos en un bar y nos caímos a cervecitas y a sanduchitos. 

El jueves fue la "mostra", la exhibición de todos los trabajos, en la cual me quedé un rato cerca de mi trabajo disfrutando de los comentarios de la gente emocionada porque reconocían el lugar y decían "che bello" o "maraviglioso", y señalaban alguna muñeca que les daba más escalofrío que otras. Mi esposo también se paró del otro lado a disfrutar de los comentarios de admiración hacia el suyo.


Así que humildemente, (mentira, cargo el ego explotado esta semana!) les presento: "Ospedale delle bambole": (click para ver grande!!!)



Y la de Giulio: