sábado, 21 de septiembre de 2013

Benvenuti al Sud

Decidimos conocer Florencia. Dos o tres semanas antes, hicimos la reserva del tren y ubicamos un hotel casi sin estrellas pero con la mejor ubicación del mundo (a media cuadra del Duomo). Escogimos un horario cómodo (9 am) para no andar pegando madrugonazos ni carreras, y tratamos de dejar todos nuestros negocios al día. Por supuesto que lo de dejar todo al día no pasó, porque los clientes tienen un olfato bárbaro cuando uno se quiere agarrar un tiempo personal, y dos días antes estuvimos dando carreras y entregando artes finales como locos. Así que salimos para el tren con pocas horas de sueño, a pesar de haber acomodado nuestros horarios nocturnos para las vacaciones, pero tranquilos pensando que podíamos echar un guindecito en el camino. Llegamos con tiempo de sobra a Termini, así que nos dispusimos a desayunar. Lamentablemente, las opciones para comer en la estación son terribles, así que terminamos optando por el desayuno italiano de Mc Donalds, que francamente no es tan malo y es hasta mejor que los paninos viejos que ofrecen los otros negocios.

Nota al margen: mientras desayunaba, estaba observando a un tipo (unos 35 años, bien vestido, con un maletín caro) que metódicamente abría 6 potecitos de mayonesa (no sobres, cajitas), y los vaciaba uno por uno en tres bolsas grandes de papas fritas. El proceso era desconcertante: una vez que vaciaba la cajita de mayonesa con el dedo sobre las papas dispuestas en perfecto orden en la bandeja, el hombre pasaba el dedo una y otra vez a la cajita y lo iba chupando, dedo, chuick, dedo, chuick, 4 veces cada cajita, y finalmente procedía a chuparse ese dedo como un bebé. Cuando su dedo estaba impecable, abría la siguiente cajita y repetía. Era hipnotizante y asqueroso al mismo tiempo, y no podía dejar de mirarlo. 

Finalmente nos montamos en el tren. Estos trenes son como los del Hogwarts Express de Harry Potter: cuartitos con dos asientos largos (3 personas por asiento), uno frente al otro, y un pasillo largo en cada vagón. Los asientos son numerados, y reservamos puesto uno frente al otro en la ventana. Pusimos nuestro equipaje arriba, dejamos un suetercito afuera para apoyar la cabeza, y nos sentamos a esperar a que el tren saliera para dormirnos. Estábamos solos en el compartimiento. Más o menos dos minutos antes de que el tren partiera, comenzamos a escuchar gritos en el andén. Normal en Termini: los gritos son parte del escenario, ya que mueve casi medio millón de personas al día y casi todas van tarde. Pero estos gritos se fueron acercando a nosotros hasta que estuvieron dentro de nuestra cabina: una familia de diez personas (específicamente, napolitanos) viajaría con nosotros hasta Florencia. Habían adultos, adolescentes, niños pequeños, ancianos. Los adultos eran los que más gritaban. Venían con un montón de bultos y maletas y cajas y hasta una cavita de anime, como las que se compran en las idas improvisadas a Higuerote. Pasaron alrededor de quince minutos gritándose entre ellos, entrando y saliendo del cubículo, ubicando y reubicando el corotero en la parte de arriba, mientras yo los miraba alarmada preguntándome como (y sobre todo, por qué) iban a sentarse los diez en los cuatro asientos restantes. Después de unos minutos me di cuenta aliviada que el resto iba en el compartimiento de al lado y que no viajaríamos amuñuñados. El tren partió y esta gente aún no se sentaba: gritos van y vienen, se cambiaron de puesto como tres veces, el niñito más chiquito corría y gritaba como un energúmeno por el pasillo, los adolescentes brincaban, y los adultos sacaban y volvían a guardar cosas de las cajas y de los bolsos sin cesar. Eran dos hermanos con sus esposas, padres e hijos. Las mujeres eran demasiado estereotípicas: gruesas, con vestidos estampados por debajo de las rodillas, cabello corto, papada y sudadas de pies a cabeza, todo el tiempo con un sandwich en la mano. Los papás eran dos bubiripápiri clásicos: pantalones demasiado ajustados para la edad, chemises con el cuello arriba, y pelo engominado. Los abuelos nunca los vi pero me cansé de escucharlos. Los adolescentes eran cuatro ejemplares de Jersey Shore. Eran o anaranjados o de un moreno sorprendente (casi barloventeños), los cortes de cabello eran obras de arte inmovilizadas con litros y litros de laca, y la ropa corría el peligro de ser reclamada por Cindy Lauper y su entourage. Un rato después, los padres determinaron que los adolescentes irían con nosotros y ellos en la otra cabina. En ese momento me pareció la peor idea, asumiendo que los chamos irían gritando y haciendo escándalo todo el camino.

Y es una de esas raras veces en las que estoy equivocada y no lo estoy al mismo tiempo. Los chamos efectivamente gritaron y brincaron durante las cuatro horas de recorrido, codazos y patadas incluídas (a pesar de tener entre 13 y 18 años!), pero quienes tenían un escándalo insoportable... eran los padres! Entraron no menos de diez veces a repartir paninos, los cuales sacaban de la bendita cavita de anime (cuantos malditos sandwiches caben en esas cajitas del odio???), y empezaban a abrir uno por uno, porque los benjamines exigían sabores específicos, y anda tú a saber! había de todo! "Qué quieres bebito? Salami? Prosciutto crudo? Prosciutto Cotto? Salchichón? Salchichón Picante?" Y todo el vagón oliendo a charcutería. Y los niños comían y comían, bocas abiertas, chasquidos, frenillos llenos de pan y de jamón hasta del mes pasado, potecitos de agua ad infinitum, y al final de cada sandwich, inexplicablemente, todos abrian una galleta de soda y se la tragaban también, dejando el pobre cuartito apestoso a sudor, chorizo, grasa y galleta de soda por años. Y cuando el olor empezaba a disiparse (o a mí se me dormía la nariz) volvía la mamma otra vez a repartir sanduchitos. La quería matar. Luego venía el papá repartiendo agua, o el mocosito menor a pegar gritos y a brincar con los más grandes, que después de unos minutos lo botaban arrogantes del cuarto VIP y arranca el crío a gritar y a chillar por todo el pasillo para que lo aceptaran. Y cuando no se andaban apareciendo con comida, andaban gritándose entre ellos o gritandole a los hijos que si estaban bien, que si no necesitaban nada, que si tenían hambre. Los críos gritaban de vuelta y sacaban otra galleta de soda.

De las cuatro horas, solo hubo cinco minutos de silencio, en los cuales me quedé dormida inmediatamente, solo para ser despertada unos segundos después de un codazo por el Guido que iba al lado mío, a quien gustosamente le hubiera metido cuatro Ritalin y media botella de Whisky para que dejara de moverse. Fueron las tres horas más largas del mundo. No hubo volumen de iPod que acallara semejante gallinero. Eventualmente me di por vencida con el tema de dormir y me puse a disfrutar de los interminables sembradíos de girasoles, interrumpiendo de vez en cuando para mirar con cara de culo al dueño de la última patada recibida. Solo puedo comparar este viaje con un Caracas-Madrid en el cual me toco viajar abrazada con una sueca bellísima pero borracha hasta las metras, que se jaló media botella de ron con el novio noruego antes de abordar, y cinco minutos después de despegar ya había vomitado, llorado, y moqueado, para finalmente desmayarse encima mío. No valía que la empujara hacia el otro lado: yo era más cómoda (y seguramente olía mejor) que su novio. Eventualmente la abracé, le puse la cara hacia el otro lado, y me dormí yo también entre vapores de alcohol.

En Florencia hay como cuatro estaciones del tren, y antes de llegar a la nuestra el tren se detuvo en dos de ellas. En cada estación, los muchachos nos preguntaban si esta era la nuestra, y nos daban indicaciones de que teníamos que estar pendientes para no pasarnos. Estaban preocupadísimos por estos turistas silenciosos (cualquier extranjero que no viene de la India o sus alrededores es automáticamente turista en Italia) que seguramente iban a pasarse su parada. Cuando finalmente llegó la nuestra, se despidieron con cariño y nos desearon una buena visita a la ciudad. Tantas amables atenciones disolvieron un poco mis ganas de matarlos.

Total que yo pensaba que iba para el norte, pero terminé conociendo el sur.

viernes, 26 de julio de 2013

El chupacabras, o leyendas urbanas de la practicidad europea

Antes de venirme, recibí cientos de consejos y recomendaciones acerca de lo que debía esperar cuando llegara al viejo continente. Esto, junto con mis propias ideas y preconceptos, me creó cierta imagen mental de lo que debía esperar cuando llegara. Una vez aquí, es divertido descubrir como muchos de nosotros tenemos ideas muy equivocadas acerca de la realidad europea. También es agradable saber que hubo un par de voces que dieron justo en el clavo con sus indicaciones. Evidentemente muchas de las ideas giran alrededor de lo que debo esperar viniendo de un país tropical como es Venezuela, e inevitablemente son una comparación, aunque no es la intención principal.

1. "Aprovecha de comer todas las frutas que puedas, porque allá lo que hay son manzanas y peras".
Falso. 
La variedad y calidad de las frutas en Italia es maravillosa. Ciertamente no se dan 100% de las frutas que consumimos habitualmente en Venezuela, pero estas se consiguen importadas (con el consecuente sobreprecio). En general, las únicas frutas que no abundan son el plátano (que extraño miserablemente), los mangos, la lechoza, el aguacate y la guanábana. Sin embargo, se pueden conseguir en ciertos mercados específicos. El caso del mango es particular, porque se consigue en la mayoría de los supermercados a precios exorbitantes (hasta 8 euros por un mango he visto!). A cambio, se consiguen en abundancia y casi regaladas otras frutas que en Venezuela es difícil encontrar frescas: cerezas, frutas del bosque, clementinas, blackcurrant, fresas grandes como duraznos, duraznos grandes como mangos. Por cierto: las patillas son espectaculares.
El caso de los vegetales es aún más extremo: aquí consigo todos los que antes usaba, más una cantidad de cosas que no tengo ni idea qué son. Mención especial a las berenjenas, que parecen calabazas.

2. "Disfruta tu peluquería y tu estilista mientras puedas, porque en Europa eso es carísimo"
Verdadero.
No voy a decir que las italianas son descuidadas, porque no lo son. En Roma todas andamos desbaratadas, particularmente en los meses calientes, porque entre los trenes, autobuses atiborrados, ventarrones y sudaderas, no hay maquillaje ni peinado ni uñas que aguanten este trajín. Sin embargo, en el aspecto de la atención a los detalles, las venezolanas le dedicamos más tiempo al cuidado personal. En Caracas hay alrededor de 15-20 peluquerías en un solo centro comercial. Mi entourage caraqueño constaba de cuatro personas: mi adorada y extrañada Martha, que me arreglaba el pelo, una chica super agradable que me hacía las manos, un viejito barbudo en Dr. Scholls para el lavado y engrase en los pies, y mi querida estilista, que lidiaba con el exceso de pelos y otras imperfecciones. Mi entourage romano consta de una: yo, que a duras penas y con herramientas de principiante sigo tratando de enfrentar esta maraña de cosas que no dejan nunca de crecer, siempre con mediocres resultados. Ciertamente hay peluquerías, pero son 10 veces más caras y muchísimo más escasas. Y el resultado se nota: es raro ver a una mujer con las uñas pintadas o con unas mechas bien hechas.

3. "Tú eres bilingüe, eso te va a abrir todas las puertas"
Falso.
Aquí ser bilingüe es un requisito mínimo para salir a comprar pan. Hablar tres idiomas es común, a partir del cuarto ya puedes conseguir alguna señal de admiración, pero una puerta abierta quizás la veas en el quinto idioma. En una de nuestras visitas a los museos vaticanos, se nos acercó un "pusher", estos chicos que tratan de venderte una especie de paquete para que pases más rápido y sin colas, etc. (Por cierto, nunca los compren, las colas se mueven tan rápido que aunque parezcan eternas no durarán más de diez minutos. Esto no es Disney). El muchacho nos dice en italiano si queremos el tour. Nos hacemos los que no entendemos y nos repite la pregunta en inglés. Seguimos diciendo que no con la cabeza, así que nos dice: "hablan español?". Seguimos negando, así que nos repite la pregunta en portugués, en francés y en alemán. Al final le dije: "Qué coño haces aquí? Por qué no te vas a trabajar a la ONU???"

4. "Puedes recorrer Europa en un tren con 20 euros"
Falso. (creo que el más falso de todos)
Voy a comenzar por aclarar que aquello de que los trenes son baratísimos es mentira. Es posible conseguir ciertos trenes a ciertas horas reservando con varias semanas de antelación algunas tarifas reducidas. Pero baratos baratos, no son. Es más probable conseguir un vuelo low cost que un tren low cost. Cuando llegué estaba bajo la impresión de que existía algún tren que me llevaría rápidamente de Madrid a Roma, y he escuchado esto mismo de varias personas cuando planean sus viajes a Europa. Son más de 2000 km entre las dos ciudades, y aunque sí se podría llegar en tren, habría que comprar pasajes de tres operadoras diferentes (España, Francia e Italia), incluyendo múltiples trasbordos y calculo yo que unos tres días de viaje, rodando sin parar. Digamos, por lo bajito, que el costo oscila entre 200-300 euros, asumiendo que se cuadraron precios regulares. En avión es una hora y media por 40 euros.

5. "Los helados italianos son los mejores del mundo"
Cierto.
Nada que agregar, pruébenlos y hablamos.

6. "La situación económica en Europa es trágica"
Falso.
Quizás si hubiera vivido en Europa cuando la situación estaba maravillosamente boyante, podría afirmar esto sin lugar a dudas. Pero vengo de Venezuela, y si me pongo a comparar, concluyo que los europeos son unos lloricas. En lo personal aprecio esta cualidad, porque si están chillando porque los autobuses no tienen aire acondicionado y están un poco deteriorados, no me puedo imaginar la matanza si hay escasez generalizada de papel higiénico. Sin embargo, hay un nivel apreciable de desempleo, y la gente está asfixiada con impuestos y malas gestiones, pero los negocios están abiertos, la empresa privada está trabajando a máxima capacidad, y la gente sigue gastando su dinero y tiene acceso a todos los bienes y servicios que necesitan.

7. "Vale la pena pagar impuestos porque ves la retribución en tu vida diaria"
Falso.
A menos que me pavimenten las calles con mármol y los autobuses sean limusinas con tequeños y whisky, no hay manera de que el porcentaje de impuestos que pagan los italianos sea retribuido. Es una locura.

8. "El sistema bancario venezolano tiene que ser el peor del mundo"
Falso.
Eso solo lo dices si no has lidiado con el italiano.

9. "No hace falta tener carro en Europa"
Falso.
Y el que diga lo contrario, que vaya al supermercado a pie arrastrando miserablemente un carrito de compras de viejita a 39ºC con 12 kg de agua más comida. O que cargue un arbolito de navidad, o un mueble, por 2 horas en tres autobuses diferentes. Indudablemente puedes vivir sin un carro, porque los medios de transporte públicos existen y cubren toda la ciudad, pero no es nada cómodo.

10. "Caracas tiene un clima privilegiado"
Cierto.
Aunque en Caracas me quejé eternamente del calor infernal, tengo que admitir que es mucho más fácil determinar la vestimenta del día porque las oscilaciones de la temperatura son bastante pequeñas y el clima nunca es extremo. Aquí puedes tener un salto de 15ºC en un solo día. Y las olas de calor, no hay forma de explicarlas. Siendo lagartija tropical, aquello de agarrar un tren sin aire acondicionado a 43º no se me da muy bien. Y francamente, este ambiente playero que en agosto me hace sentir que estoy en Río Chico, no lo puedo reconciliar con mi estatus de hace seis meses, cuando deambulaba por la casa debajo de cuatro capas de tela. La logística tropical con respecto al clima es inexistente, y nadie ve el Weather Channel porque 26º o 28º es lo mismo y la probabilidad de lluvia es impredecible.

11. "Los venezolanos somos el pueblo más amable del mundo. La gente en esos países es fría."
Falso.
Tal vez lo fuimos hace miles de años, pero ya no lo somos. No nos tratamos bien entre nosotros, mucho menos a un extranjero o a un turista. Tal vez sea por la cultura turística local, por la cantidad de emigrantes que viven aquí, o por la tradición "invasorial" de los italianos, pero hasta el momento solo tengo cosas buenas que decir del trato que he recibido. (Excepto cuando manejo, ese es otro tema).

12. "Venezuela tiene las únicas playas bonitas del mundo".
Falso.
Ciertamente nuestras playas son hermosas, la temperatura del mar es muy agradable, y la arena tiene un bonito color. Pero una ida a la playa también incluye la infraestructura (un baño limpio, por ejemplo), la vía, y los servicios. Como cualquier país con costa tiene playas, hay probabilidades de que alguna tenga la combinación de colores correcta y una temperatura aceptable. Y si a eso le sumas una mentalidad turística y un poquito de cariño por lo propio, pues listo.






domingo, 30 de junio de 2013

Happy Hippies

Contra todo pronóstico, terminamos nuestro primer año en la Scuola. Digo contra todo pronóstico porque todo lo que tenía que salir bien salió mal, y lo que podía salir mal también salió mal. Pero bueno, porfiados como somos, y a pesar de que creíamos que había un chance de no terminar el año (por el futuro incierto del  inmigrante del que ya hemos hablado), arrancamos el curso, mentalizados a disfrutarlo mientras pudiéramos. 

En mi caso, aquello del estudio formal de las humanidades nunca ha estado en mi curriculum, así que prácticamente todo me agarró por sorpresa. El sistema en general me parecía sacado de un museo surrealista. Los profesores todos son como sacados de un sueño disneyano: cada uno es mejor que el otro. Y eso que estábamos conscientes de que eso que ellos nos mostraban era con propósito didáctico y de ninguna manera cercano al mejor de sus trabajos. Sus curriculums son impresionantes: Marvel, DC, Rai, Disney, Bonelli. Hay uno en particular, Massimo Rotundo, que tiene un buff de xp prendido todo el tiempo y uno levelea por proximidad. Un bárbaro en el fumetto italiano, por cierto. 

Por otro lado, la ausencia total de evaluaciones me desconcertaba. Ellos se jactan de trabajar al estilo de estudio de arte antiguo, pero igual, yo vengo de ingeniería caramba, los exámenes ya están escritos en mis genes. Y sin embargo, nada. Tareas de vez en cuando y una constante recomendación: "practiquen, dibujen". Las tareas optativas, además. En una ocasión, apareció uno de los profesores para una "clase especial del Dark Side", y yo con mi tinta negra preparada, pero en realidad era para explicarnos con detalle y profundidad el tema y las características del proyecto final, que entregaríamos en dos meses, y que sería expuesto en el instituto. No solo eso: a partir de ese día, todas las clases girarían alrededor del proyecto, para complementarlo de alguna manera, y para corregirlo. (Pánico). Un par de semanas después, uno de los directores y el profesor de guión, un señor adorable, el viejo más cool que conozco, entró al salón en medio de una clase y dijo como de pasada: "Por cierto, les hablamos del colloquio?" Y todo el mundo: "Nop". "Ah, es una entrevista que les hacemos el último día de clases donde nos traen todo el trabajo que han hecho durante el año y decidimos si van a pasar a segundo año o qué van a hacer". (PánicoPánicoPánico). Al final del año, en una de las clases, apareció la palabra "test", pero después de semejante libertad, lo último que se me ocurrió es que podía ser un exámen. Pero si: esa tarde llegamos con nuestros lapicitos de lo más tranquilos y nos ponen como 30 hojas al frente, y nosotros: "y esto qué es?", y nos dicen: "ah, el exámen final". (PANICOPANICOPANICOPANICOPANICO). Dos partes: teoría y práctica. Teoría en italiano. Casi me muero. Pregunto: "y como cuanto tiempo tenemos?" y me dicen: "una hora para teoría y el resto para la práctica". Casi al borde de un sincope le digo: "puedo responder en inglés? porque si me pongo a responder en italiano termino en diciembre". El profesor se ríe y me dice "mejor en español, se me hace más fácil", y entonces empiezo a respirar de nuevo. Al rato me doy cuenta de que me acuerdo de todo, aunque al principio estaba tan aterrada que ni el idioma lo entendía, y empiezo a resolver. Luego la práctica fue pan comido, eventualmente mientras no pintes un muñequito de palitos nadie te va a patear ese culo. 

La entrega final, por su parte, fue también toda una experiencia para mi. En principio, el tema era bastante libre: Dark Side. El lado oscuro, un millón y medio de referencias, cuatro millones de ideas, y un tiempo y una habilidad limitadísimos para el proyecto. Recuerdo que cuando fuimos a inscribirnos el año pasado estaba todavía expuesta la muestra de ese año, y estábamos impresionados. "Wow", decía yo, una y otra vez, pensando que ni de vaina yo iba a poder hacer algo así en un año. Wow y wow y más wow. Después de barajear como 16 opciones, un día, viendo la tienda de reparación de muñecas que estaba cerca del instituto, pensé que esa podía ser una buena idea. Sin embargo, esa tienda, por más creepy que fueran las muñecas, no era muy aterrorizante que digamos. Sobre todo después de conocer a los dueños, dos viejitos hermosos y dulces que nos hablaron de sus bellas muñecas y del maravilloso clima que estaba haciendo ese día. "Un bel giorno". Le dí varias vueltas, hice varios sketches, pero nada, no me salía.





 Con desesperación empecé a ver a los demás de la clase con proyectos materializados, a medio camino pero ya con forma. Un día uno de los profesores me dijo que mi idea estaba bellisima (a los italianos todo les parece bello o maravilloso), pero que si quería una tienda de verdad inquietante, que me fuera a via di Ripetta. Ese mismo día dos personas más me dijeron lo mismo. Esa misma tarde fui y mi proyecto se materializó ante mis ojos:



Después de varios ajustes en la perspectiva, algunas prueba de diagramación en Illustrator, y media resma de papel, logré montar mi primer borrador: 


El cual tuve que calcar por completo en la hoja final porque mi estrategia inicial de hacerlo a lápiz y luego fotocopiarlo en el folio del proyecto falló miserablemente por razones técnicas.

Finalmente, con todo listo, a entintar. Durante los días de entintado, la casa parecía una sala de operaciones. No había nada fuera de su lugar, todo estaba inmaculadamente limpio, y los vasos con líquidos se mantenían a un radio de no menos de un metro de la mesa de dibujo. Cuando mi esposo entintaba yo caminaba de puntitas y le hablaba solo cuando levantaba el marcador del papel, y viceversa. Evidentemente, durante esos días la carga de trabajo se triplicó porque los clientes huelen cuando uno tiene un proyecto personal, (díganlo ahí, todos los diseñadores del mundo), y los correos explicando la "terrible-enfermedad-que-tenemos-en-estos-días-no-nos-deja-ni-prender-la-computadora-ya-te-atiendo" fueron bastantes. Finalmente, el día de la entrega, a las ocho de la mañana, puse mis iniciales en una esquinita y me desmayé en el sofá.

Esa tarde fue el colloquio, muy amigable, los profesores demasiado amados como siempre, todo les pareció bello y maravilloso, y quedaron francamente sorprendidos con los trabajos impresos que llevamos (de clientes) ya que de tareas, no había tanto que mostrar ya que a falta de obligatoriedad y de tiempo, debo reconocer que la mayoría no se terminaron. No solo pasamos a segundo año con honores, sino que además nos pidieron nuestra tarjeta de presentación y se la embolsillaron muy orgullosos. Esa tarde, por primera vez en semanas, nos sentamos en un bar y nos caímos a cervecitas y a sanduchitos. 

El jueves fue la "mostra", la exhibición de todos los trabajos, en la cual me quedé un rato cerca de mi trabajo disfrutando de los comentarios de la gente emocionada porque reconocían el lugar y decían "che bello" o "maraviglioso", y señalaban alguna muñeca que les daba más escalofrío que otras. Mi esposo también se paró del otro lado a disfrutar de los comentarios de admiración hacia el suyo.


Así que humildemente, (mentira, cargo el ego explotado esta semana!) les presento: "Ospedale delle bambole": (click para ver grande!!!)



Y la de Giulio:





viernes, 31 de mayo de 2013

Pantuflitas de conejo

Me gustaría escribir más. También me gustaría dibujar más, y salir más. Me encantaría leer más y dormir más. Ya que estamos en estas de deseos, podríamos ponerle más horas al día? Me conformo con dos.

En vista de que nunca pudimos conseguir un trabajo honrado en Roma, tuvimos que recurrir a la herramienta que más conocemos y que mejor usamos: internet. En una ocasión, un cliente me dijo que eramos "niños de la tecnología", y pienso que es la mejor descripción que han podido darnos. Después de intentar una amplia variante de alternativas cibernéticas, logramos penetrar las barreras del freelancer principiante y finalmente hemos capturado una cartera de clientes que se retroalimenta a través de reviews y recomendaciones. Lo cual es fantástico, porque pasamos de mirar con desesperación la bandeja de correos vacía (esperando alguna entrevista, así sea para cagarla), a mirar con desesperación una lista de 15 correos no leídos cada vez que lo reviso (cada media hora, dado mi OCD). Prefiero este nuevo estilo, la verdad. 

Hablemos de globalización: somos dos venezolanos viviendo en Italia comunicándonos en inglés con personas de todas partes del mundo. Ingleses, norteamericanos. Un belga casado con una rusa viviendo en Irlanda. Un chico simpatiquísimo de la Isla del Hombre (tuve que googlear). Un portugués, varios canadienses, un sur africano. Una griega adorable, un montón de holandeses y de australianos relajados. Una neo-zelandesa bella, varios indios que me negociaron el precio ad infinitum. Una Vanessa de Kuah (también lo tuve que googlear, mi geografía es terrible). Un chico de las Islas Caimán. Un par de españoles que no hablaban español, un par de italianos que me escribían en italiano y yo les contestaba en inglés porque hacerlo en italiano me llevaba horas. Un fotógrafo de Bucarest con el que hablé hasta de amores porque le encantaba mi acento latino. Y algunos clientes venezolanos, uno con historia eterna, muy querido, y otros nuevos y un poco desesperantes con el tema burocrático. Algunas mujeres super conflictivas. Algunos hombres con complejo de mal jefe. Pero en general, casi todos son pequeños entrepreneurs como nosotros, gente buscando una alternativa al trabajo formal, inventándose negocios innovadores, y tratando de maximizar sus preciados ahorros o de obtener algún ingreso adicional. A algunos los he visto en Skype, con otros converso sin cámara (porque no me voy a vestir y a maquillar para hablar cinco minutos con alguien, que ladilla), pero la mayoría de los trabajos se llevan exclusivamente vía correo, y en algunos casos, puedo llegar a cobrar sin saber si estuve tratando con un hombre o con una mujer. (Es que hay nombres que francamente!) 

Siendo que esta es una empresa recién nacida, todavía el tema de los tiempos no lo manejamos bien. Y con el terror del desempleo todavía fresco, se nos hace imposible rechazar ningún trabajo, sin importar cuan atiborrados estemos. Además somos estudiantes de arte, así que tenemos que reservar un tiempillo así sea para llegar al curso, hacer las entregas obligatorias, y regresar a terminar lo prometido para ese día. Como buenos freelancers vivimos de noche. Nuestro horario de trabajo es de 6 pm a 6 am, un par de murciélagos que dormimos guindados de las vigas durante la mañana. La llegada de la primavera me tiene al borde: cada vez que salgo de día me siento como Drácula cuando le abren el ataúd con ese sol amarillo y esa cantidad de colores brillantes por todos lados, tanto que a veces me provoca bajarle la resolución al mundo real porque he perdido la costumbre de verlo con tanto monitor y luz eléctrica. Ante esta avalancha de trabajo, que se reproduce y muta y se convierte en nuevos trabajos y recomendaciones y contratos fijos, no nos queda tiempo para mucho. Aquello de estudiar italiano o hablar con locales, quedó en stand-by. Nuestra práctica se limita a los días de clases, y la mejora se nota pero muy lentamente. Ya por lo menos los profesores no se ponen rojos aguantando la respiración mientras tartamudeo mi pregunta. Y aquello de hacer amigos (o como me sugiere mi mamá, pararme en una esquina a hablar con la gente a ver si me consigo un play-date), está en un stand-by definitivo, porque ahorita de vaina tenemos tiempo para hablar entre nosotros. Eso sí: el esfuerzo del curso ha dado tímidos frutos, y se puede empezar a ver en mis dibujos cosas que no existían antes, como "proporciones anatómicas correctas", y "perspectiva". Digamos que estoy empezando a entrar en la edad media de mis propias artes.

Sin embargo, y como bien dice el dicho, sarna con gusto no pica. Los diversos trabajos que he hecho en mi vida los he disfrutado (excepto cuando fui residente civil en una obra, eso lo odié). Comercio exterior tuvo su encanto y su glamour: por un lado, me encanta viajar, así sea par ver mil tiendas de cerámica con todos los acentos latinos posibles, y por el otro, me encantaba mi reinado de terror entre los montacarguistas de planta. Cuando trabajé en renders y en interiorismo también lo disfruté, ya que la libertad creativa era inmensa y los resultados asombrosos. Los tímidos comienzos en diseño gráfico también fueron divertidos, ya que tuve que aprender un montón de cosas nuevas y hacer un montón de cursos. Y aún así, el trabajo que tengo ahorita, de freelancer en pijamas con pantuflitas de conejo y café al ging seng a toda hora, ilustrando como loca con la computadora llena de proyectos nuevos y colores, es el mejor trabajo que he hecho en mi vida. Nunca había trabajado tanto, ni siquiera había trabajado la mitad de este tanto, pero por primera vez en mi vida, me da igual si es viernes o no.


Comic tomado de: http://freelanceswitch.com/category/freelance-freedom/

y,
valga la cuña...

domingo, 26 de mayo de 2013

You Autocomplete-me

Hoy me di cuenta de que el autocomplete de Google me define perfectamente...

a:  amazon (yey!)
b: basecamp (aplicación de project management)
c: colourlovers (easy color combos)
d: deviantart (referencias)
e: eztv (tele)
f: facebook (política)
g: grooveshark (música)
h: hs (banco)
i: istockphoto (más referencias)
j: jetpens (plumas japonesas)
k: keewaysuperlight (blog de mi papá)
l: logopond (y más referencias)
m: google maps (a donde coño queda eso)
n: noticias24 (tetas)
ñ: ñame (wtf?)
o: origin store (a little gaming)
p: paypal (give me moneeey)
q: quickmeme (chaleco.org)
r: roma.repubblica (iguanas asesinas)
s: soundcloud (ruido)
t: google translate (help!)
u: uk.moo (impresiones)
v: vanesaurus (mi blog)
w: wetransfer (esto es gigante no lo puedo pasar por email)
x: xe (conversión de moneda)
z: zara (window shopping)
1: 123rf (más referencias, nunca son suficientes)
9: 9gag (chillout time)





martes, 23 de abril de 2013

Qué es lo que no me están diciendo?

En Venezuela la política ha formado parte de nuestras vidas desde que tengo memoria. Recuerdo el verde y el blanco, y las discusiones acaloradas de quien era mejor. Recuerdo claramente las eternas cadenas de Luis Herrera, porque se me atravesaban en mi horario de comiquitas. Recuerdo también que la gente decía "soy adeco" y "soy copeyano" con un orgullo que la verdad yo no entendía porque era una niñita. Hoy en día, la política no solo forma parte de la vida de los venezolanos: es la vida de los venezolanos. Es lo único de lo que se habla, es lo único de lo que se puede hablar. Conversar de otra cosa parece... fuera de lugar e irrespetuoso. Se habla en la calle, en las casas durante el almuerzo, en las bodas, en los entierros, en los periódicos, en la televisión, en las redes sociales. 

Y vamos a ser sinceros: los acontecimientos recientes de nuestro país dan mucho de qué hablar. Nadie sabe qué está pasando en verdad, pero todos tienen una teoría. Las teorías son siempre válidas y vienen de una fuente super confiable, no admiten discusión ni argumentación, así que para cada cabeza, la única conversación existente debe ser aquella que concuerde con su teoría propia. Esto ha llevado a la ruptura de relaciones entre amigos, familias y colegas. Limpiezas implacables de la lista de teléfonos y de contactos en el Facebook, aunque estemos en el mismo bando, si no piensas igual que yo, estás botado. Hasta hace dos semanas, todos hablaban fervientemente del resultado de las elecciones. Mi opinión es, desde hace años, que el resultado de las elecciones no importa, porque si acaso lográbamos la mayoría, no teníamos nada que hacer en contra de un CNE claramente en manos del gobierno, sin respaldo de una Asamblea, o de una Corte Suprema, o de un ejército que apoyara la legalidad de los hechos. Más aún, que la trampa no solo se vería en el resultado, sino en la contienda misma, ya que no hay candidato que pueda ganarle a la cartera de PDV y a la propaganda descarada y populista de un gobierno al que nadie controla. Pero apenas asomaba algún comentario de este estilo, inmediatamente era censurada con la orden "hay que ir a votar". Siempre voté, arrecha y pataleando, solo para que no me ladillaran después. Pero una vez que me fui del país, la censura empeoró. Si antes mi derecho a opinar en contra del chavismo y de la oposición era dudoso, ahora es inexistente. Un día después de las elecciones, todos los creyentes en el sistema electoral que ayer me estaban gritando "VOTA VOTA VOTA", amanecieron nuevamente gritando fraude y dispuestos a hacerse a matar por este motivo. De alguna manera, todavía no me dan la razón, y en todas las conversaciones con mis amigos y mi familia que aún residen en Venezuela, sigo escuchando en cada conversación que yo no sé nada, que tengo que estar allá para opinar. Algunos se van un paso más allá, y mientras gritan a todo pulmón "estas elecciones son un fraude!!! nos engañaron!!!" me echan la culpa, por haberme ido, por no estar allá "luchando" por la patria, por haberme ido sin planificar perfectamente los tiempos para poderme registrar para votar a tiempo. E insisten aguerridamente que yo no entiendo lo que está pasando allá, y que mejor, calladita, no opines, y mucho menos me lleves la contraria. Tengo muchos amigos expatriados con los cuales puedo conversar. Todos compartimos la misma preocupación por nuestros seres queridos, todos tenemos un punto de vista bastante similar y pesimista de la situación (supongo que por eso es que estamos afuera), y todos coincidimos en el mismo punto: con la gente que está en Venezuela ya no se puede hablar, porque se arrechan con uno. 

Según yo, lo que está pasando en el país es lo siguiente (a grosso modo, porque esta no es una clase de economía o de política y quiero terminar de escribir algún día):

- Venezuela depende en un 99 y algo % de las exportaciones del petróleo, y en consecuencia, de su precio. La industria nacional ha ido desapareciendo, mermada por las malas políticas del gobierno, por la amenaza constante de expropiaciones, por las leyes de inamobilidad laboral, por la sinvergüenzura  de los sindicatos, por los controles de precios y de importaciones, falta de divisas para operar y reponer inventarios y repuestos, problemas en las aduanas, falta de infraestructura para mantener la logística de las operaciones, entre otras cosas. La inversión extranjera se ha retirado casi por completo, mudando operaciones a otros países menos riesgosos, y ha sido substituida por una serie de concesiones poco ventajosas para el país con fundamentos puramente políticos. Venezuela además se salió de todos los acuerdos que le permitían hacer intercambios comerciales ventajosos con sus países vecinos, como la CAN y el grupo de los tres, para unirse, después de varios años de negociación, con el MERCOSUR, grupo que no representa ningún tipo de ventaja para el país, y en el que pasa a ser un simple receptor de importaciones de economías más estables y con más capacidad de producción. Es decir: lo poco que se producía antes, ya no se produce, se importa, y los que lo hacen, lo están haciendo de vainita y a coñazos.

- Venezuela es un país altamente polarizado, en el cual ninguna de las dos partes reconoce la existencia o el derecho a la participación de los otros. El gobierno actual lleva catorce años favoreciendo a una parte de la población y olvidándose de la otra, lo cual es irónico, ya que la consigna que los lleva al poder es que se están ocupando de los que antes fueron olvidados. No hay acuerdo posible entre ambos bandos, y aquel que salte la talanquera es y será para siempre un traidor digno de los peores castigos. Y para el bando receptor, siempre será visto con desconfianza y recelo. Es decir: todo el mundo odia a todo el mundo.

- El gobierno se ha encargado en los últimos catorce años de armar a una parte de la población civil, de desbandar a las policías locales y dejarlas casi sin recursos, y a través de una serie de políticas equivocadas, de un sistema penal inexistente, de una altísima corrupción administrativa y moral de todos los funcionarios en todos los niveles, ha generado una crisis de violencia e inseguridad personal que ha llevado al país a ser uno de los destinos más peligrosos del mundo. La violencia es una espiral que se agranda a medida que avanza, y la sociedad venezolana se encuentra en un estado de anomia. Es decir: antes era peligroso estar en la calle después de las 11. Ahora es peligroso estar en la calle a cualquier hora del día.

- El gobierno actual, con o sin Chavez, imparte órdenes directas y públicas a todos los entes del estado. Es decir: Corte Suprema, Asamblea Nacional, Fuerzas Armadas, Contraloría de la República, etc., son simples extensiones del poder central. Esto deja a los ciudadanos completamente desprotegidos contra cualquier abuso. Es decir: el gobierno nos lo tiene metido y puede hacer lo que le dé la gana, como por ejemplo, que un candidato moribundo gane unas elecciones, que el mismo moribundo dictamine su sucesor como si se tratase de un rey en la edad media, que un paciente en coma sea declarado presidente, y que su sucesor lleve varios meses gobernando sin que nadie se de cuenta, y que además sea declarado presidente antes de que los votos terminen de contarse.

- A pesar de no haber un sistema represivo establecido contra la libertad de expresión, el gobierno ha censurado a los medios de comunicación a través de un sistema de amenazas y multas, logrando que estos se autocensuren en su gran mayoría. Muchos sucesos se dan a conocer gracias a las redes sociales, y en muchos casos, lo que la gente dice que está sucediendo no es reflejado en ningún canal de televisión o periódico. Sin embargo, es posible leerlo en la prensa extranjera. Se han observado algunos intentos de reprimir a personas que transmiten a través de las redes sociales, pero hasta ahora solo una persona ha ido a la cárcel por esta razón (que yo sepa). Es decir: todavía se puede hablar, pero no se sabe hasta cuando. Y en contra del gobierno, no tanto, porque si lo haces te botan del trabajo (y consideremos que el gobierno es  el principal proveedor de empleo del país gracias a sus políticas de expropiación y exterminación de la empresa privada) y te quitan los beneficios. Y si tienes vecinos chavistas, es posible que te amenacen personalmente.

- La falta de producción local, la dependencia de las importaciones, las fallas en los suministros, las políticas económicas del gobierno, la corrupción administrativa, el estricto control de cambio, entre otras cosas, han generado un círculo vicioso de escasez e inflación que ha venido empeorando con el paso de los años. Sin embargo, aún no se llega a un estado de crisis real (ej., hiperinflación) dado que el gobierno continúa recibiendo fuertes ingresos petroleros que le permiten seguir jugando con los bonos y las deudas y las esperanzas de la gente. Sin embargo, esto genera que el sueldo de la gente se haya mantenido prácticamente estático durante los últimos años, ya que los aumentos de salario no se equiparan de ninguna manera a los índices inflacionarios. Es decir: antes la plata no alcanzaba para un coño, ahora alcanza menos.

- Internet apesta.

Estoy clara que aquí faltan problemas por exponer, y los dejo afuera o no los explico en profundidad porque nadie se va a leer semejante testamento. Sin embargo, la respuesta siempre es la misma: "mejor resérvate tus opiniones porque ya no estás aquí". 

Y yo me pregunto: por qué esa suposición general de que para opinar acerca de algo hay que estar en el sitio? Es decir, que yo no podría pensar que Auschwitz no se debe repetir porque no estuve allí? O que el invierno canadiense debe ser horroroso porque no vivo en Ottawa? O que la Gran Sabana debe ser un lugar hermoso porque nunca he ido? Mejor dicho, tampoco debería opinar si no estoy en los zapatos del otro. Es decir, que si alguien tiene un problema con su pareja, yo no le podría dar mi opinión porque no vivo en su casa? Mejor aún, anulemos todas las opiniones! Como nadie está en la casona gobernando, mejor es que se calle todo el mundo porque no saben de qué están hablando! Ustedes no están en el CNE, mejor no opinen de como se hace un conteo de votos porque no están allá y simplemente NO SABEN

Por otro lado, el "mejor cállate que tú no sabes lo que está pasando", me pone a dudar. Una vez establecido que los medios de comunicación no comunican un coño, y que la mejor forma de saber lo que está pasando es de manera verbal o a través de las redes sociales, y dado que estoy metida en Facebook y en Twitter todo el día, que a diario leo la prensa venezolana, chateo o converso vía Skype y Ventrilo a diario con otros venezolanos, y que hablo con mi familia por Whatsapp todo el tiempo... qué coño está pasando en Venezuela que yo aún no sé?  Qué ha cambiado tanto en un año y medio y hace inválida mi opinión? Y más aún... Por qué coño no me lo dicen?


domingo, 10 de marzo de 2013

Síganme los buenos

Chavez se murió. Y esto ha hecho que yo quiera cerrar de una vez por todas mi Facebook. Finalmente, después de meses de manipulaciones, mentiras y declaraciones absurdas por parte del gobierno y de la oposición, tuvieron que admitir que el hombre estaba muerto. Sorprendentemente, antes que Fidel. Pero el hecho es que los meses de incertidumbres y apuestas se terminaron. Este acontecimiento, uno de los más importantes de la política venezolana en los últimos quince años, ha generado una ola de comentarios, chistes y quejas en las redes sociales impresionante. Por un lado, hay un grupo que lo celebra. La muerte del caudillo, del dictador, la ausencia absoluta. Por el otro, hay un grupo que no lo celebra (al menos no públicamente), y critica a quienes lo hacen. Y finalmente, hay un grupo que lo llora como si fuese un familiar.

Nunca he sido de llorar figuras públicas. Me parece que no tiene sentido. Por ejemplo cuando se murió Lady Di, la gente estaba enternecida y llorando a moco tendido frente a los televisores. Yo no. Ni un poquito de lástima me dió, la verdad, porque estoy segura de que a pesar de la quejadera, esa mujer tuvo una mejor vida que la que tienen millones de personas sobre este planeta, y si no lloro cada vez que un niñito se muere de hambre, o que un viejito sin familia se muere de frío y soledad en la calle, menos voy a llorar por una princesa inglesa que decidió hacer de su vida un infierno.

Sin embargo, y creyente siempre del "vive y deja vivir", no voy a ir a gritarle a todos los que la lloraron. Es como ir a gritarles a todos los que no comparten las creencias religosas personales. Si alguien cree que Dios es una mujer vestida de uniforme Nazi con un bigotito que le habla desde el cielo, o que Dios está en todas las cosas, o que los santos no se deben venerar, o que hay que correr desnudos por la selva y tener sexo hasta con los venados, eso no es problema mío, mientras no se metan conmigo. Lo único que me reservo es el derecho de mantenerlos o no en mi círculo de amistades: es mi derecho absoluto.

Por eso me cuesta tanto entender la insistencia de todos los venezolanos en censurar la opinión de los demás. ¿Es que acaso ya nadie cree en la libertad de expresión? ¿Será que nos acostumbramos tanto a la represión que ya forma parte de nuestra vida diaria? Por un lado, los chavistas exigen respeto por su líder. Un hombre que nunca respetó a nadie, que insultó a líderes de otros países públicamente, que ha insultado a todos los empresarios del país, que ha difamado a los dirigentes políticos que se le oponen, y que todos los días venía con un nuevo epíteto despectivo para la clase media. Por quince años todos los que se le oponen fueron tratados como basura por su propio presidente. Yo me pregunto: ¿y qué esperaban sus seguidores al final de todo esto? ¿por qué alguien habría respetar la muerte de un individuo que jamás mostró el más mínimo respeto por nadie, incluyendo su propia vida? Sin entrar en detalles, me voy a ir a lo básico: yo dudo que las malcriaditas hijas de Chavez, (es decir, "su familia")  las de las fotos con bolsas inmensas de sus compras en sus viajes por Estados Unidos y por Europa, las que posan desnudas para sus amigos frente a los patrimonios culturales de La Casona, lloren y respeten a cada uno de los familiares de los miles de asesinados por el hampa durante su mandato. Dudo que su hijito, a quien yo misma vi una vez en una gasolinera de Las Mercedes en un Ferrari con una guaya de oro del tamaño de mi brazo alrededor del cuello, piense en los familiares de los presos políticos que aún esperan sus juicios.

Por el otro lado, la oposición  nuevamente se divide. Unos celebran abiertamente, como yo. Otros, lo celebran privadamente y sin comentarios de ningún tipo. Y un tercer grupo se dedica a creerse mejores que los demás y a exigir respeto por el fallecido. Por razones totalmente distintas a los seguidores del régimen, pero llegando a la misma conclusión por un camino tortuoso y sucio.

Las reacciones de todos los bandos en las redes sociales han sido en su mayoría terribles. He visto encendidas discusiones en los inocentes muros de Facebook que con frecuencia terminan con alguien bloqueado (o goomfeado, como se dice ahora, por el "Get Out of My Facebook"), con gente borrada de la lista de contactos del teléfono, simplemente porque que unos se creen mejores que otros y no aceptan opiniones distintas a la propia. Los comentarios de los expatriados son en su mayoría lamentables. Los comentarios de los chavistas dan mucha tristeza, porque se lee solo resentimiento y odio. Los comentarios de la oposición dan lástima, por la cantidad de contradicciones y odio. (El único lugar común del venezolano es ese, por lo visto). A un amigo le ofrecieron "culebra y coñazos", y lo insultaron con la siguiente perla: "tu madre como a buen hijo único te inoculó el germen de la superación personal".

El mismo día de la muerte de Chavez se corrió un rumor acerca de la muerte de Roberto Gómez Bolaños, el cual luego fue desmentido. Menos mal, porque yo creo que del destino fatal que espera a Venezuela, solo nos salva el Chapulín Colorado.