jueves, 27 de septiembre de 2012

Teorema del Olvido

Ultimamente, me han preguntado varias veces lo siguiente: "si Chavez pierde, ¿te regresarías?" 

La respuesta a esa pregunta es una explicación tan larga que toma como media hora, porque una de las cosas que me he dado cuenta es que la decisión de emigrar no viene de una sola razón, sino de muchas. Al final cada quien le dá más peso a unas razones que a otras. A algunos les importa más la seguridad, a otros les importa la estabilidad económica, en otros casos las razones sentimentales son las que ganan. (El amor que se queda o el amor que está allá). En mi caso particular, una de las razones importantes es que estaba francamente harta de tener la política metida en mi vida día y noche. No me refiero solo a la eterna conversadera de política, sino a las decisiones del gobierno jodiéndome la vida a diario. (Aunque confieso que en los últimos seis años evitaba las discusiones políticas como a la peste bubónica). 

En el último año, los venezolanos solo hablan de las elecciones del 7 de octubre. No sé como será con los demás emigrantes, pero en mi caso, Facebook es mi ventana hacia Caracas. Ahí me entero de como está mi gente, qué andan haciendo, como fue la parrillita que me perdí, el vestido de novia de mi mejor amiga que se casó y no pude ir, el cumpleaños de mi papá, el nuevo novio de mi hermana. Y ahorita, no se nada de nadie porque lo único que veo son propagandas electorales, Capriles y la gorrita por todas partes, y todos los días un poquito más de violencia de bando y bando. Correo, Twitter, celular, lo mismo.

El punto de vista de los que estamos afuera es evidentemente muy diferente al de los que no lo están. Así que en realidad, Chavez no dividió en dos a los venezolanos, sino en tres. Más de una vez, si quiero dar mi modesta opinión política (lo cual no es muy a menudo), me callan diciendo "bueno, y a ti qué te importa, ya tú te fuiste". La clásica posición opositora, que a mi juicio no se diferencia mucho de la chavista, es que si no estás 100% de acuerdo con el canto general opositor, eres un renegado, o un traidor, o algo peor. Todos los emigrantes que conozco, y son muchísimos, me dicen cosas parecidas: "uno no les puede decir nada porque se ponen histéricos", "yo prefiero no hablar de eso porque se lo toman como una ofensa personal", etc. Y ni siquiera es que estoy políticamente en contra: estamos de acuerdo y aún así cualquier diferencia con la línea tradicional genera un peo horroroso. Por ejemplo: "has considerado la opción de que no gane Capriles?" Wow. Gritos e insultos, mínimo. 

Muchos de mis amigos se fueron antes que yo. Cuando venían a Caracas de visita, en más de una ocasión yo no pude atenderlos como me hubiera gustado porque estaba trabajando, o porque era mi única semana de vacaciones y me iba de viaje, cosas así. Recuerdo haber pensado, tratando de limpiarme la conciencia: "bueno, así como ellos tienen su vida afuera, la vida aquí adentro continúa, no es que yo estoy suspendida en el tiempo esperando que vengan a visitarme". También recuerdo haber pensado, cuando me fui, que una de las cosas que me iba a pasar a mí era esa: eventualmente, yo ya no iba a formar parte de la vida de la gente, y poquito a poco, cada vez iban a tener menos tiempo para mi. Esta sensación se ha venido acrecentando a medida que se acerca la fecha

Es decir: el olvido es directamente proporcional a la agitación política del venezolano.

Ahondando más la distancia, la gente se comporta como si uno no entendiera o a uno no lo afectara lo que pasa en Venezuela. (Supongo que a eso se refería Franco de Vita con aquella pavosísisima canción de los 80s). Pues les tengo noticias: si entendemos, y si nos afecta. Entendemos tanto que nos fuimos, y nos afecta mucho, tanto en el lado personal como en el práctico. Es decir: la inquietud de la llamada a medianoche (o en este caso, a las 7 de la mañana) con malas noticias no se acaba en el momento en el que uno se monta en el avión, sigue igualita porque allá están metidos mis padres, mi hermana, mi familia y mis panas. Y les recuerdo que las desastrosas decisiones intestinales del gobierno afectan a todos los que estamos afuera. Si no me creen, pregúntenle a los que viven en Miami y tienen que vender arepas en la calle para ir a votar en Nueva York.

Gane quien gane, las metas que nosotros nos planteamos cuando decidirnos mudarnos de país no las hemos cumplido y según veo, falta un rato para llegar ahí. Tal vez en un futuro se vuelva a abrir esa posibilidad, pero en este momento, y así el precio sea el olvido, la respuesta a la pregunta sigue siendo no.

2 comentarios:

Black Light dijo...

Lo otro Vane, es que siento que lo preguntan con una ligereza como si uno estuviese de vacaciones extendidas por el otro país, uno aquí esta trabajando y haciendo tramites que toman años. Mudarse de país nos tomo ademas años de preparación de documentación, ahorros, planificación, coordinación, etc. Volver a Venezuela no sera como montarse en el próximo vuelo que salga para Caracas, si se hiciese seria después de analizar muchísimos factores y ademas planificarlo. Se tendrían que dar muchas otras condiciones adicionales, pienso yo.

N. Volpe dijo...

"Volver" a Venezuela siempre será igual de complicado que fue salir de ella. Como bien escribiste, cada quien tuve diferentes razones y cuando el valor de ellas cambie entonces será momento de tomar la decisión.

Me identifico 100% con la canción Extranjero de Franco de Vita. Siempre me presento como Venezolano por allí crecí TODA mi vida, pero cuando mis opiniones son distintas entonces me dicen "es que tú eres Colombiano". Más interesante, nadie en Colombia me reconoce como Colombiano porque no conozco las costumbres diarias, problemas y demás.

Desde el 2.000 vivo en EEUU y por acá siempre seré el inmigrante latino.

Aunque tengo mucho que agradecerle a los tres paises, nadie me reconoce como "local".

Para dónde me preguntaron tenia que "volver"?